
Necesité mi tiempo para comenzar a descubrir los significados de la Capoeira: como muchos de mis compañeros, soy fruto de una cultura racional que proclama universal el pensamiento humano, tratando de dominar la naturaleza de los hechos.
Y agradezco vivir en un país y un tiempo que no me ponen obstáculos para cambiar mi sistema de valores: puedo acceder, a unas cuantas paradas del metro, a la tradición que me revela aquella cara de la existencia que durante siglos fue escondida de mi entorno cultural. Es algo complejo y simple a la vez, algo lejano, pero que siempre está cerca por estar inscrito en el mensaje corporal. Es algo que fluye como el aire, cambiando de forma y dirección, llenando todos los rincones de la percepción, pues todas direcciones y todas formas le son accesibles. Es lo incomprendido, lo intuitivo, lo crudo, lo primario, lo negro y lo dorado, lo que nunca falla ni se equivoca porque, probablemente, no admite errores ni aciertos. Es una perspectiva diferente de la realidad, que educa, enriquece y cura a quien se le entrega sin temor y pronto descubre que nada es como se imaginó: es un tanto confusa esta pérdida de equilibrio que se experimenta durante los primeros años de su práctica. Y si se mueve el suelo debajo de mis pies y no sé dónde es el arriba y dónde el abajo, y quizás alguna vez veo estrellas, no quiero olvidar que habrá algo allí que me guiará, si me dejo. Iê viva meu Deus!
Muchos estamos acostumbrados a vivir acorazados, necesitamos tiempo para apaciguarlos y reaprender. En el camino de la Capoeira es donde mejor se ve: sí es posible liberarse del control.
Porque en un solitario orgullo, por muy virtuoso que sea uno, no hay capacidad para emanar de sí mismo algo semejante a las energías que mueven la Roda. No hay quien por su propia voluntad sea capaz de nutrir su espíritu, sin entregarse a la primacía del océano y a su voluntad ilimitada. Y no hay una alegría que vaya a defenderte de las inseguridades de la vida, como cuando vienes para obtener un «nosotros», que comienza en los antepasados que tuvieron la virtud de traer al mundo el noble arte de la Capoeira.
Porque las personas somos hechas de otras personas. Es tan evidente hoy que no queda lugar para el control, pero para el amor y el respeto mutuo sí. Porque hacerse pequeño no solo es útil para esquivar los golpes, también para que el conocimiento de los otros se convierta en el tuyo. Así es cuando eres libre, y así te haces rico, y allí está la verdadera fortaleza.
Masha
Banzo de Senzala
Wow María! Un texto espectacular! <3 Una visión muy interesante y bonita!!!