
Cuando conversamos con una persona sobre un tema en el que ambos estamos de acuerdo, nos enriquecemos con las ideas que van surgiendo y vamos hablando sobre aspectos en los que coincidimos. Es una situación cómoda, conocida, tranquila para ambos.
Sin embargo, en el momento en el que no estamos en absoluto de acuerdo, la conversación puede derivar por lugares incómodos, pudiendo llegar a una discusión airada donde decimos y expresamos argumentos en los que realmente no creemos, ya que cuando nos alteramos, nos cuesta articular nuestras ideas con claridad. Nuestro ego se impone sin remedio y es difícil controlar las emociones.
Si preparamos una coreografía con un compañero, ponemos todo nuestro empeño para que ésta sea elegante y sincronizada, buscamos compenetración y entendimiento, y frente al reto de presentar un movimiento armónico, nos posicionamos de un modo colaborativo.
Si en una fiesta elegimos una pareja y comenzamos a bailar, emocionalmente estamos predispuestos para que el movimiento fluya y el baile sea lo más gratificante posible para ambos.
En Capoeira… cuando entramos en una roda, nuestros deseos y energías se concentran intensamente en el momento de la entrada, pero, ¿qué sucede cuando surge un movimiento que no esperamos, un golpe descontrolado, una situación que nos sorprende?, ¿cómo respondemos a situaciones imprevistas?, ¿cómo nos afecta emocionalmente un gesto que toque más el orgullo que nuestro cuerpo?, ¿qué ocurre cuando nuestro Ego entra en acción? Es entonces cuando despierta la emoción, pero, ¿cómo controlar esa emoción que se ha apoderado de nosotros sin previo aviso?
En Capoeira… podemos tener conversaciones más encendidas o más relajadas, podemos disfrutar como si de un baile se tratara, incluso, podemos crear movimientos coreografiados con nuestro compañero, pero, ¿cómo controlar una emoción que surge de forma inesperada?
Iban Arnau
Banzo de Senzala